En
derecho como en otras ciencias, la exacta puntuación y la palabra correcta en
el momento de expresarse es fundamental para lograr óptimos resultados.
El solo hecho de un cambio de tilde o aumento de
ésta en cierta palabra cambia el sentido a todo, por ejemplo el Dr. Hernando
Londoño, prestigioso abogados colombiano, cita como una experiencia propia que
en un juicio, un testigo declaró lo siguiente, "cuando el disparo, yo me
encontraba en una mesa conversando con un amigo", pero ocurre que el
Secretario del Juzgado encargado de transcribir todas las declaraciones le
aumentó a dicha declaración con mala fe 2 tildes, entonces la frase en los
documentos quedó así "cuando él disparó, yo me encontraba en una mesa
conversando con un amigo...".
Estas dos tildes le cambiaron el sentido completo
a una frase de la cual podía depdnder la vida de un inocente, es pues Alonso
Barros -Proverbios morales- quien
dice "Ni el que de pasión se ciega puede juzgar con verdad", "Ni
escritura que una tilde trueque el sentido", en estas frases podemos ver
la importancia de la correcta escritura en cuestiones jurídicas.
Lo mismo ocurre en las pesquisas judiciales,
cualquier detalle de la investigación mal entendido, puede dar por cierto el
esclarecimiento de un crimen, cuando precisamente ese mismo detalle lo niega.
Don Jacinto Benavente –citado por Londoño-
escribió la obra Los Intereses Creados,
en donde las trapacerías de Leandro (Belleza y Juventud) y de Crispín
(Experiencia y Astucia) los ponen al borde de ser condenados; pero los
intereses creados se movilizan y liberan a ambos de la cárcel, haciendo posible
el matrimonio del primero con Silvia, todo ello gracias a un cambio de comas en
la sentencia que ya pendía sobre sus cabezas y, por supuesto, a la venalidad
del Juez y del Secretario que realizan la alteración de la siguiente forma:
“Crispín: Y ahora, doctor,
ese proceso. ¿habrá tierras bastante en la tierra para echarle tierra?
Doctor: Mi previsión se
anticipa a todo, bastará con apuntar debidamente algún concepto…Ved aquí: Donde
dice “…Y resultando que si no declaró…”, basta una coma, y dice “Y resultando
que si, no declaró…”. Y aquí: “Y resultando que no, debe condenársele…”, fuera
la coma, y dice: “Y resultando que no debe condenársele…”.
Crispín: ¡Oh admirable
coma!, ¡maravillosa coma!, ¡Genio de la Justicia!, ¡Monstruo de la
Jurisprudencia!.
Voltaire dijo que si cambiara una coma en las
sagradas escrituras, habría desaparecido todo el misterio cristiano de la
resurrección. Vacío el sepulcro de
Cristo, al preguntar por su cuerpo se contestó: “Resucitó, no está aquí”,
transpuesta la coma, se negaría la resurrección: “Resucitó no, está aquí”.
Todos estos teje menejes del derecho se los
aprende con la práctica, pensando y sobre todo siendo astuto en las
diligencias, siempre teniendo el cuidado de leer todo el proceso, no por
desconfianza, sino para tener la seguridad de que lo escrito corresponda
exactamente a lo expresado, o como dice Eduardo J. Couture –Los mandamientos del Abogado- “El
derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”.
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