Hace 20 años que vengo asesorando a empresas en nuestro país, tengo una
fascinación personal por los emprendimientos y negocios innovadores, y en cómo
moldearlos, organizándoles una estructura que les permita desarrollarse de
manera óptima en el mercado, realizar planes de protección de la propiedad
industrial, así como el diseño de proyectos de escalamiento para el acceso a
financiamiento, etc. En todos estos años de ejercicio de la profesión dedicada
a la empresa, nunca antes había percibido un olor tan fuerte a cambio, y es que
ahora, la transformación de los modelos de negocios y empresariales, no sólo se
deberá dar por razones de orden normativo, político o económico, como estamos
acostumbrados, sino que además, se dará por razones de bioseguridad global y
una subsecuente implementación de políticas de distanciamiento.
El mundo seguirá avanzando, y tanto los emprendedores como los empresarios
avezados y sagaces, tienen la virtud de estar a la orden del día, adelantándose
al futuro o tomándole al pulso a las necesidades actuales de la sociedad, para
implementar nuevos modelos de negocios, productos y servicios. En ese escenario,
cada vez más favorecido por las políticas gubernamentales de todo el mundo, que
poco a poco se han sumado al carro de las economías de red, donde el trabajo
colaborativo es la base para la proyección de soluciones, resultando de aquello,
empresas que siendo pequeñas e incluso familiares, resultan siendo en el corto
plazo, modelos de negocios multimillonarios.
En ese afán, donde el “concepto de negocio” juega un rol fundamental, y con
ello la virtualidad y el trabajo colaborativo de red son sus principales conductores,
es que las nuevas empresas, emprendimientos, negocios y empresas con larga
data, deberán reacomodar sus estrategias para poder subsistir en un escenario
en el que las claves están cambiando abruptamente, y obligarán a implementar en
el futuro inmediato cambios de fondo y de forma. En este sentido, “la
estrategia corporativa” se constituye en un camino afinado para el desarrollo,
y lo considero así, debido a que es resultado de un análisis individualizado,
no hay recetas para todos ni es la misma aplicable a todos los modelos de
negocios, por más de que estén en el mismo rubro.
Dicho esto, claramente ahora tendremos que plantear nuevas estrategias para
los negocios y empresas, incluyendo a la virtualidad como una pieza clave, y es
en esa línea que resulta oportuno analizar qué es la virtualidad y cómo se la
debe comprender. En un anterior artículo había señalado que la virtualidad implica
la creación de un entorno con una acepción de realidad. Es la creación de un
espacio por la tecnología, donde los objetos, personas y sensaciones dan una
apariencia de ser reales.
En los días pasados se han dado pasos importantes hacia la virtualidad en
el ámbito empresarial, y es que la incorporación de la firma digital nos permitirá
la firma de documentos con plena validez, sin necesidad de refrendarlos
posteriormente. Es decir que, la firma digital acompañada de plataformas de videoconferencias,
nos permite tener presencia (virtual) en una reunión, no sólo para poder
escuchar o participar de ella, sino además, con la posibilidad de firmar los
acuerdos, actas o contratos que surjan de ella, en el mismo acto, con la misma validez
cual si estuviéramos presentes en la indicada reunión. La firma digital en este
sentido, se constituye en uno de los pasos más importante hacia la virtualidad.
Los nuevos emprendimientos y la adecuación de las empresas hacia la
virtualidad, deberán comprender el replanteamiento de estrategias, y la reforma
de reglamentos, estatutos y políticas de gobierno corporativo, orientándose a
la incorporación de tecnologías, prácticas y sobretodo, de una cultura
empresarial que permita que la virtualidad se convierta en nuevo factor de valoración,
diferenciación, evolución y avance en la nueva forma de hacer empresa y
negocios en nuestro País.
Las implicancias normativas son evidentes, el Estado deberá adecuar en lo
inmediato el plexo normativo nacional, a fin de limar la posibilidad de que se
realicen algunas interpretaciones orientadas a impedir la validez de algunos
actos realizados por vía virtual, que se da sobretodo en el ámbito procesal y
societario, dotándoles de la seguridad mínima requerida para su desarrollo y
eficaz implementación. En el ámbito contractual, se deberá reglamentar la participación
de las Notarías y de las certificadoras, lógicamente, las instituciones que
prestan servicios deberán adecuar sus reglamentos, de modo tal que la
virtualidad, tanto para audiencias, reuniones y firmas, se realicen por medios
electrónicos, restringiéndose los presenciales, o por lo menos, aceptando y
asegurando la posibilidad de que también se lleven a cabo por medios virtuales,
con la misma validez y efectos.
Ni que decir de los modelos de negocio, el repensar una empresa no es un
camino fácil, normalmente hay que pensar fuera de la caja para poder visualizar(te),
desde una perspectiva sino ajena, distante, y percibir los cambios necesarios. Este
camino, que no todos transitan, está colmado de tips ejecutivos de buenas prácticas
empresariales, que son muy valiosos, por ello, hemos recomendado en varias
oportunidades, la utilización de Consejos Consultivos Externos (CCE), como un
instrumento que permite pensar fuera de la caja (hoy también posible a través
de la vía virtual), permitiéndonos crear soluciones a medida de cada
empresa o emprendimiento. Los CCE tienen la ventaja adicional de que pueden
estar protegidos con cláusulas de confidencialidad y sigilo, debido a la
información que manejan de tu empresa y, dada la gravitación de los asuntos que
tratan.
Excelente trabajo, muy didáctico y de mucha utilidad. Felicidades!!!!!
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