sábado, 25 de abril de 2020

Profesión y Educación en la era virtual - COVID-19

La virtualidad ha irrumpido y llegado a nuestras vidas de manera violenta, sin acomodos, y se ha instalado para quedarse. Ahora bien, todos nos preguntamos cómo será nuestra vida después del COVID-19, todo apunta a que habrá un cambio -probablemente- radical de algunas formas de vida, de trabajo, de relacionamiento e incluso en las profesiones.

Hace 16 años que doy clases en diferentes universidades bolivianas y extranjeras, tanto en licenciatura como en maestrías, he tenido la suerte de pasar y dar clases con pizarra de estuco pintada de color verde y tiza, hasta dar clases a través de videoconferencias con fondos virtuales, pasando por el uso de plataformas LMS y pizarras acrílicas con proyectores Wireless desde mi celular, y a partir de aquello, considero que es un error entender a la virtualidad, como sólo una retransmisión de lo que se realiza de forma física y presencial a través de internet.

La simple retransmisión en directo (streaming) de -por ejemplo- una audiencia judicial, no significa que las audiencias se hayan convertido virtuales, o cuando menos, no en los términos en los que realmente se requiere para poder palpar o percibir los hechos en su real dimensión.

La virtualidad implica la creación de un entorno con una acepción de realidad. Es la creación de un espacio por la tecnología, donde los objetos, personas y sensaciones dan una apariencia de ser reales. De ahí que, la retransmisión de una audiencia por alguna plataforma de internet es apenas, el primer paso para lograr la realización de una audiencia realmente virtual.

El futuro esta ahí, en la creación de espacios virtuales. Uno de los grandes proyectos  que desarrollamos durante mi gestión como Director de la Carrera de Derecho, conjuntamente con la carrera de Mecatrónica de la Universidad Católica Boliviana en Santa Cruz, busca precisamente aquello, ir más allá de la retransmisión simple, y pasar a una audiencia en la que realmente se tenga la sensación de la realidad a la distancia. Esto conlleva el uso avanzado de tecnologías y neurociencia, y por tanto, de sensores neurosensoriales, microchips, además de por supuesto lo básico, internet, cámaras de alta definición, cámaras 3D, set de fondos virtuales, etc., así como un equipo especializado de profesionales que realicen los estudios y pruebas adecuados para lograr los resultados esperados.

Lo propio ocurre con la educación. La retransmisión de una clase por Zoom, es apenas la primera etapa inicial de una educación virtual, y no es por lo tanto, lo que realmente se espera de una clase por esta vía.

La retransmisión pura y simple, no permite ver ni percibir todos los elementos que constituyen a la realidad, y por lo tanto, no sustituye la actuación presencial, tanto en la educación como en la vida profesional, de ahí que muchos colegas abogados ya se hayan pronunciado en sentido de que la virtualidad (tal cual como esta funcionando hoy), no podría sustituir a las audiencias presenciales, y que incluso, esta virtualidad podría en algún caso, impedir mostrar todos los elementos o transmitir el mensaje adecuado a los jueces, para que estos puedan tomar una decisión apegada al derecho y la justicia, aún cuando esto último, implica -en muchos casos- tan solo una “verdad legal” y no “real”.

Por lo tanto, una verdadera virtualidad debe ser entendida como la posibilidad de poder percibir las sensaciones, pruebas, documentos, información y demás elementos que forman parte de una actuación presencial, por medio de la tecnología, sin necesidad de estar físicamente presentes.


El reto que ahora nos toca, esta en lograr estos espacios que nos permitan una percepción cabal o más aproximada a la realidad, aspecto que nos obligará probablemente a modificar nuestros procedimientos judiciales, notariales, y por supuesto, de la educación, donde la sola retransmisión -en pocos meses más- quedará tan sólo como parte del pasado.

EMPRENDIMIENTOS Y EMPRESA EN TIEMPOS VIRTUALES – COVID-19

Hace 20 años que vengo asesorando a empresas en nuestro país, tengo una fascinación personal por los emprendimientos y negocios innovadores, y en cómo moldearlos, organizándoles una estructura que les permita desarrollarse de manera óptima en el mercado, realizar planes de protección de la propiedad industrial, así como el diseño de proyectos de escalamiento para el acceso a financiamiento, etc. En todos estos años de ejercicio de la profesión dedicada a la empresa, nunca antes había percibido un olor tan fuerte a cambio, y es que ahora, la transformación de los modelos de negocios y empresariales, no sólo se deberá dar por razones de orden normativo, político o económico, como estamos acostumbrados, sino que además, se dará por razones de bioseguridad global y una subsecuente implementación de políticas de distanciamiento.

El mundo seguirá avanzando, y tanto los emprendedores como los empresarios avezados y sagaces, tienen la virtud de estar a la orden del día, adelantándose al futuro o tomándole al pulso a las necesidades actuales de la sociedad, para implementar nuevos modelos de negocios, productos y servicios. En ese escenario, cada vez más favorecido por las políticas gubernamentales de todo el mundo, que poco a poco se han sumado al carro de las economías de red, donde el trabajo colaborativo es la base para la proyección de soluciones, resultando de aquello, empresas que siendo pequeñas e incluso familiares, resultan siendo en el corto plazo, modelos de negocios multimillonarios.

En ese afán, donde el “concepto de negocio” juega un rol fundamental, y con ello la virtualidad y el trabajo colaborativo de red son sus principales conductores, es que las nuevas empresas, emprendimientos, negocios y empresas con larga data, deberán reacomodar sus estrategias para poder subsistir en un escenario en el que las claves están cambiando abruptamente, y obligarán a implementar en el futuro inmediato cambios de fondo y de forma. En este sentido, “la estrategia corporativa” se constituye en un camino afinado para el desarrollo, y lo considero así, debido a que es resultado de un análisis individualizado, no hay recetas para todos ni es la misma aplicable a todos los modelos de negocios, por más de que estén en el mismo rubro.

Dicho esto, claramente ahora tendremos que plantear nuevas estrategias para los negocios y empresas, incluyendo a la virtualidad como una pieza clave, y es en esa línea que resulta oportuno analizar qué es la virtualidad y cómo se la debe comprender. En un anterior artículo había señalado que la virtualidad implica la creación de un entorno con una acepción de realidad. Es la creación de un espacio por la tecnología, donde los objetos, personas y sensaciones dan una apariencia de ser reales.

En los días pasados se han dado pasos importantes hacia la virtualidad en el ámbito empresarial, y es que la incorporación de la firma digital nos permitirá la firma de documentos con plena validez, sin necesidad de refrendarlos posteriormente. Es decir que, la firma digital acompañada de plataformas de videoconferencias, nos permite tener presencia (virtual) en una reunión, no sólo para poder escuchar o participar de ella, sino además, con la posibilidad de firmar los acuerdos, actas o contratos que surjan de ella, en el mismo acto, con la misma validez cual si estuviéramos presentes en la indicada reunión. La firma digital en este sentido, se constituye en uno de los pasos más importante hacia la virtualidad.

Los nuevos emprendimientos y la adecuación de las empresas hacia la virtualidad, deberán comprender el replanteamiento de estrategias, y la reforma de reglamentos, estatutos y políticas de gobierno corporativo, orientándose a la incorporación de tecnologías, prácticas y sobretodo, de una cultura empresarial que permita que la virtualidad se convierta en nuevo factor de valoración, diferenciación, evolución y avance en la nueva forma de hacer empresa y negocios en nuestro País.

Las implicancias normativas son evidentes, el Estado deberá adecuar en lo inmediato el plexo normativo nacional, a fin de limar la posibilidad de que se realicen algunas interpretaciones orientadas a impedir la validez de algunos actos realizados por vía virtual, que se da sobretodo en el ámbito procesal y societario, dotándoles de la seguridad mínima requerida para su desarrollo y eficaz implementación. En el ámbito contractual, se deberá reglamentar la participación de las Notarías y de las certificadoras, lógicamente, las instituciones que prestan servicios deberán adecuar sus reglamentos, de modo tal que la virtualidad, tanto para audiencias, reuniones y firmas, se realicen por medios electrónicos, restringiéndose los presenciales, o por lo menos, aceptando y asegurando la posibilidad de que también se lleven a cabo por medios virtuales, con la misma validez y efectos.

Ni que decir de los modelos de negocio, el repensar una empresa no es un camino fácil, normalmente hay que pensar fuera de la caja para poder visualizar(te), desde una perspectiva sino ajena, distante, y percibir los cambios necesarios. Este camino, que no todos transitan, está colmado de tips ejecutivos de buenas prácticas empresariales, que son muy valiosos, por ello, hemos recomendado en varias oportunidades, la utilización de Consejos Consultivos Externos (CCE), como un instrumento que permite pensar fuera de la caja (hoy también posible a través de la vía virtual), permitiéndonos crear soluciones a medida de cada empresa o emprendimiento. Los CCE tienen la ventaja adicional de que pueden estar protegidos con cláusulas de confidencialidad y sigilo, debido a la información que manejan de tu empresa y, dada la gravitación de los asuntos que tratan.

El reto está ahí, la limitación o eliminación de espacios para reuniones físicas en las empresas, y la implementación de sets para reuniones virtuales, la eliminación del uso de dinero en efectivo e incluso el de las tarjetas magnéticas, el uso de plataformas virtuales On-Line para el manejo administrativo, contable e incluso legal, son ahora  medidas que deberán afrontar y adoptar los nuevos emprendimientos, y sólo quienes estén en la capacidad de adaptarse mejor y más rápido podrán sobrellevar sus negocios, en un ambiente post COVID-19, que desde ya vaticina cambios en los modelos de negocios de todo el mundo.